Una vez me
pregunté por qué dolían los recuerdos, hasta que me di cuenta de que aquello en
realidad se llamaba nostalgia. El dolor de los recuerdos significa que lo estás
sintiendo, sino no se llamaría recuerdo. Desde que empecé a formar mi colección
de estos siempre he sido de los que tienen que contener las lágrimas si quiero
seguir recordando, de los que he querido volver al pasado para estar en un
momento determinado. Pero el pasado, pasado está. Con el tiempo he crecido, y
crecer significar aprender a apreciar las cosas de otra manera. Ya no recuerdo
con tristeza, recuerdo cada momento bueno de mi vida con alegría. Si mi vida no
estuviera formada por todo ello no sería quien soy ahora.
Podría
destacar muchos momentos, como mi primer día de colegio, la primera vez que fui
a esquiar, mi viaje a París o la primera vez que pisé una isla. Pero supongo
que esto no es tan importante como las primeras veces que tuve contacto con mis
amigas.
Las
primeras que aparecieron en mi vida y que todavía conservo, fueron las Elenas.
Apenas quedaban cuatro meses para finalizar el año 2001 cuando aparecieron. Que
yo era una niña traviesa que no les puse las cosas fáciles, lo reconozco, que
hemos tenido idas y venidas, ahora somos amigas, ahora simples compañeras de
clase, pero una de ellas es la que pone la alegría y la otra la tranquilidad a
mis días.
Después
llegaron las mellizas, aquellas que no parecían ni hermanas de lo poco que se
parecían, que yo al principio era más amiga de una que de la otra, hasta que
ahogamos a los sims en la piscina y
todo cambió. Que con una tengo la suerte de compartir mi día a día y a la otra
sé que la voy a echar mucho de menos, que con ellas lo vivido ha sido mucho,
muchos veranos, muchas tardes, muchas noches, muchos viajes, conversaciones,
confesiones y millones de cosas que ni viviendo una vida más podría llegar a
agradecérselo a cada una de ellas.
Podría
decirse que las siguientes fueron las dos que parecen ser hermanas y la
bailarina, aunque alguna de ellas apareció antes y tardé más tiempo en darme
cuenta de lo que iban a pasar a ser, porque hay veces que compartes tus días
con personas sin saber lo que van a llegar a significar. Que el lema de “no
pierdes nada, en todo caso ganas” no te lo die cualquiera, que compañeros de
gordeos de verdad se tiene pocos y que a lo mejor yo no estaría mencionando a
todas estas personas si no fuera por Noelia.
Por último,
y no por eso menos importante (porque puedo asegurar que no lo es), aunque esta
parte de mi vida ya no se considere niñez, en 2013 llegó la gaditana. Hay veces
que tomamos decisiones en nuestra vida que nos marcan para siempre y no hay
cosa de la que me sientas más orgullosa que de haber entablado relación con
ella, porque los años del bachillerato y de la universidad no hubieran sido lo
mismo, porque es alucinante cómo una persona que ha estado a kilómetros de ti
durante años puede ser tan parecida a ti. Porque con ella se cerró el circulo
de mejores amigas que tengo ahora.
Mi mejor
recuerdo de la niñez son mis amigas, las que tuve suerte de conocer cuando era
pequeña, aunque algunas hayan llegado más tarde, y a las que tengo suerte de
seguir conservando. Por muchos años más a su lado GJWHF.
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