jueves, 25 de febrero de 2016

Relato 5: Escribe una historia con tu canción favorita como argumento

Mi canción favorita es Girls just wanna have fun, así que ahí va el relato.

Llego de la universidad con la tarde ya avanzada. El sol se pone en el horizonte dejando paso a mi primera noche de jueves como universitaria. He quedado con las chicas que he conocido esta semana en mi nueva vida para salir de fiesta. 
Me arreglo, me pongo un vestido negro que se me ajusta al cuerpo, unas sandalias para aprovechar los últimos días de tiempo veraniego en mi ciudad, me maquillo, más y mejor de lo que nunca lo he hecho, cojo el bolso y la chupa de cuero y salgo, primero en busca de mis mejores amigas, las que han sido mis amigas durante años, antes de unirme a las chicas de la carrera, con la intención de pasar un rato con ellas, ya que se me hace raro no tenerlas ya en clase y ponerlas al día de mi semana.
Una hora después acudo a mi primera barra libre en un bar del centro. Empiezo a beber y me doy cuenta de que me estoy acostumbrando a la cerveza. Bailo toda la noche. Cambiamos de bar y aguantamos la fiesta hasta la madrugada. Vuelvo a encontrarme con mis viejas amigas y me presentan a sus compañeras de clase. Cerramos la noche comentando nuestro primer jueves como universitarias y vuelvo a casa. 
Los jueves acaban de convertirse en mi día favorito de la semana.
Me encanta la vida universitaria.

sábado, 20 de febrero de 2016

Relato 4: Escribe un relato que tenga lugar durante tu estación favorita del año y que esta tenga importancia en el desarrollo de la trama.

Sé que en este relato no cuento una historia, pero me apetecía mucho escribir el significado de mi estación favorita y mostrar algunas de las cosas que he vivido yo en ella. Espero que os guste.

He valorado mis veranos desde que tengo trece años, ya que cada uno de ellos ha sido especial.
El verano es un mundo diferente. Siempre había dicho que mis verdaderas vacaciones eran cuando me alejaba de mi ciudad, pero ahora cuento como vacaciones cada día desde que término mi último examen en junio hasta que empiezo el primer día de clase en septiembre. 
He vivido grandes momentos en esta época del año. He viajado al norte con el propósito de acudir a un campamento de inglés y lo que más me ha gustado ha sido hacer deporte y las fiestas (quien lo iba a decir). He llegado a odia y a amar el calor del sur. He viajado al extranjero también con el propósito de aprender inglés y lo que más me ha gustado ha sido conocer gente de otros países. He viajado con mis amigas, hemos hecho comidas y cenas en una cocina de gas, nos hemos roto microfibras, hemos cantado canciones de la infancia y nos hemos quemado al cerrar la puerta del horno con el pie. He pasado veranos tranquilos y veranos más intensos, pero sobre todo he aprendido. He aprendido que cada cosa lleva su tiempo, que en verano se rompen las reglas, incluso tus propias reglas, que es mejor  arrepentirse de lo que haces que estar toda tu vida arrepintiéndote por no haberlo intentado, que Charles Dickens ya dijo que cada fracaso enseñaba al hombre algo que necesitaba aprender, que los sueños pueden llegar a cumplirse. Pero sobre todo me quedo con la gente que compartió, comparte y compartirá conmigo alguno de mis veranos. Esas personas que son para siempre o que han formado parte de un "para siempre", que aunque digan que los amores y las amistades de verano son una locura porque se acaban olvidando, no hay que olvidar que el verano es otro mundo, y que a mí me gusta cometer locuras.

jueves, 11 de febrero de 2016

Relato 3: Empieza una historia con: “Estoy de pie en mi cocina…”. Debe ser una historia de suspense

Estoy de pie en mi cocina preparando la cena para mi primera noche sola en casa de este fin de semana.
Mis padres han decidido irse de viaje estos días y mis exámenes de la semana que viene me han impedido ir con ellos. Tampoco he conseguido acompañante ya que mis amigas están ya de vacaciones y también han decidido salir de viaje. Siempre soy la única pringada que tiene que quedarse estudiando hasta el final.
Estoy cortando la lechuga de mi ensalada cuando, de repente, la luz se va en toda la casa.
Vivo en una urbanización alejada del centro de la ciudad, así que me asomo a la ventana para ver si ha pasado lo mismo en el resto de las casas, aunque la mayoría deben estar vacías. No veo ni una luz a través de mi ventana, ni siquiera las farolas de la calle están encendidas, lo único que se ve a la luz de la luna son las pequeñas gotas de lluvia que empiezan a caer.
Nunca he tenido miedo a la oscuridad, pero me molesta estar a ciegas en mi cocina. Mientras espero a que mis ojos se acostumbren a ella, las escaleras, el suelo de madera y los muebles empiezan a crujir. La lluvia cae cada vez con más fuerza, el viento hace ruido al golpear las persianas y la luz no vuelve. Empieza la tormenta y los relámpagos alumbran mi casa como si fueran luces de discoteca, se apagan y después se encienden, llenan mi casa de luz y después vuelve la oscuridad.
Tampoco he tenido nunca miedo a las tormentas, pero mi corazón empieza a latir golpeando mi pecho cada vez con más fuerza.
La tormenta, el viento, la lluvia, la luz que no vuelve y el crujido de toda mi casa hacen que se me aceleren las pulsaciones.
La luz decide volver y mi cuerpo parece relajarse, hasta que alguien llama a la puerta. Me acerco asustada a ella, deseando que sea algún vecino tan pringado como yo que ha tenido que quedarse el supuesto primer fin de semana de vacaciones en su casa estudiando. Giro el pomo con cuidado y solo me da tiempo a abrirla unos centímetros antes de que la persona que está al otro lado golpeé la puerta y entre corriendo en mi casa. Cierro la puerta y me giro rápidamente. Entonces me encuentro con la última persona conocida a la que esperaba ver.
-¿Qué estás haciendo aquí?- le pregunto a mi ex novio.
-Era la única casa en toda la urbanización con la luz encendida.
-¿Y qué pasa? ¿Te estaba persiguiendo alguien?- pregunto sarcásticamente.
-Sí- responde, y mi cara se torna en una mezcla de sorpresa y miedo-. Me he metido en un buen lío. ¿Puedo quedarme un par de horas hasta que sepa que me han perdido de vista?
Había pasado casi tres años sin saber nada de él, se había ido a otra ciudad sin dar ninguna explicación y me había obligado a abandonar nuestra relación sin consultarlo conmigo. Podría echarle de mi casa a él y al lío en el que se hubiera metido y dejar que le cogieran, pero entonces acepté y dejé que se quedara.

sábado, 6 de febrero de 2016

Relato 2: Reescribe la escena de don Quijote con los molinos de viento, pero imaginándose que se enfrenta a hordas de zombis

Estábamos en pleno verano, el sol era abrasador y ni nosotros ni nuestros caballos aguantarían caminando mucho más. Llevábamos recorrido un largo camino y aquella zona podía haber sido el desierto perfectamente, de haber sido consciente de que no habíamos atravesado el mar Mediterráneo. 
Mi amigo Alonso había tenido una repentina ocurrencia de salir de aquel lugar de la Mancha y emprender un viaje sin rumbo. Yo le había acusado en un principio de estar loco, pero mis ganas de salir y sus insistencias me impulsaron a hacerlo. Necesitaba explorar el mundo, ver que había más allá de nuestra ciudad, así que cogimos un par de caballo del establo y nos lanzamos a la aventura.
-Esto no puede estar pasando- dijo mi acompañante de repente, casi en un susurro.
A lo lejos empezamos a divisar molinos.
-Por fin algo que no es solo arena- dije.
-¡A caso estás ciego! ¡No ves lo que esta sucediendo!
Era cierto que habernos topado con unos molinos no nos serviría mucho, pero llevábamos caminando todo el día a través de la nada.
-Probablemente habrá una posada no muy lejos de aquí Alonso, pararemos a descansar, no te desesperes.
-No me importa la posada. ¡Lo que me preocupa son los zombis que están viniendo hacia nosotros!
El calor debía de haberle frito el cerebro.
-Sabía que en algún momento tenía que llegar el fin del mundo- continuó-, pero nunca me imaginé que sería una horda de zombis lo que acabaría con nosotros.
-Oye, creo que empezamos a acercarnos a un pueblo. Estamos sin agua y la deshidratación te estará provocando alucinaciones, aguanta solo un poco más.
-Acabaré con ellos antes de que puedan llegar al pueblo y destruirlo.
Ahí fue cuando me di cuenta de que mi amigo realmente había perdido la cabeza. Sacó una navaja del bolsillo, saltó del caballo y salió corriendo hacia los molinos. Empezó a clavar la hoja sobre las piedras y yo no sabía si saltar también del caballo e ir a tranquilizarlo corriendo el peligro de ser acuchillado por su navaja y sus propias manos, o esperar a que cayera agotado y rendido del cansancio. Por un segundo pensé en optar por lo segundo hasta que una de las aspas del molino se engancharon a su camiseta y lo levantaron por los aires, entonces opté por la primera opción.
-¡Baja de ahí!- le grité desde los pies del molino.
-¡Me han cogido! ¡Me han cogido!- gritaba.
Cuando las aspas volvieron al suelo intenté tirar de él pero lo único que conseguí fue quitarle la navaja.
-¡Van a acabar conmigo! ¡Huye tú y salva tu vida!
Esperé a que el molino diera la segunda vuelta y está vez si conseguí bajarle de las aspas. 
Se quedó prácticamente inmóvil y con la respiración agitaba. Le subí al caballo y media hora después llegamos al pueblo más cercano. Localicé una posada y le subí a una habitación. Le di de beber y de comer.
-Ahora te das cuenta de que este viaje improvisado ha sido una locura ¿verdad?- le pregunté.
-Has arriesgado tu vida ante los zombis para salvar la mía. Te estaré eternamente agradecido- contestó ignorando mis palabras.